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   En esa maravillosa maquinaria a la que llamamos cerebro existen miles de neuronas comunicándose entre sí a través de impulsos nerviosos que viajan de unas a otras. La tecnología y la investigación actuales nos permiten medir estos impulsos con distintos fines. Uno de esos fines es, precisamente, medir las ondas cerebrales. Las ondas pueden poseer diferentes frecuencias. Es decir, la longitud de ellas puede ser más o menos amplia. Cada frecuencia de onda cerebral se asocia a un estado de conciencia diferente. En función de nuestro estado de ánimo, la frecuencia de onda será más o menos rápida. Por ejemplo, las ondas Beta son las ondas que se asocian al estado normal del cerebro, aquel en el que nos encontramos cuando trabajamos, estudiamos, o llevamos nuestras acciones. Las ondas Alfa, están presentes en un estado profundo de calma y relajación, al contrario que las Gamma que se manifiestan en un estado de excitación y alteración profundos.  Las ondas Theta se producen en un estado de meditación, mientras que las Delta están presentes durante el sueño profundo o el estado hipnótico. Estas dos últimas tienen especial importancia en la infancia ya que los niños mantienen estas frecuencias cerebrales a lo largo de su etapa de aprendizaje. Es decir, las ondas asociadas con la hipnosis permiten a los más pequeños adquirir conocimientos de manera casi inconsciente, por imitación, absorbiendo todo el conocimiento en su esquema cerebral. Aprende más sobre el aprendizaje en la infancia y los Reflejos Primarios en nuestro módulo 1.2

¿Cómo afectan estas ondas al día a día?

Todas nuestras experiencias diarias van siempre acompañadas de ciertas ondas cerebrales. Así pues, un día de sol en el que estamos relajados mientras paseamos por la playa tendremos una composición distinta a la de un estresante día de trabajo en la oficina durante el invierno. 

Las ondas cerebrales también influyen en los distintos estados de ánimo. Si las ondas lentas dan como resultado cansancio y pereza, las  ondas con frecuencias más altas promueven la  ansiedad y el  estado de activación. 

Sabiendo los tipos de ondas cerebrales y el estado anímico que producen y las 
produce ¿qué sucederá si estas ondas cerebrales  se encuentran en desequilibrio?

¿Cómo se desequilibran? 

El desequilibrio de las ondas cerebrales tiene lugar cuando un tipo de frecuencia prima por encima de otra, o cuando la frecuencia de onda no responde al estado anímico de la persona. Este desequilibrio y desacople produce malestar e incluso patologías que afectan a nuestra vida cotidiana. 

¿Hay algo que podamos hacer para paliar este desequilibrio? 

En el  chamanismo se cree que una de las herramientas más eficientes para equilibrar las ondas cerebrales era la música. Los tambores, los cascabeles y la voz construyen ritmos musicales que constituyen la base de sus sanaciones. El maestro Sufi Hazrat Inayat Khan,  famoso músico antes de dedicarse a su labor de guía espiritual, dijo, entre otras cosas, que la música, además de entretener a las personas, era mucho más que eso y podía incluso transportarlas al éxtasis. Es lógico entender cómo, desde la antigüedad, la música siempre ha sido considerada fuente de inspiración para meditaciones y conexiones con el subconsciente. Una buena idea puede ser reproducir  ondas musicales que vibren en las frecuencias que se desean incorporar a nuestro sistema. Los cuencos tibetanos, los baños de sonido o incluso el canto de mantras contribuyen a la elevación de las frecuencias de ondas disminuyendo el desequilibrio de las ondas cerebrales.